24/03/2014 às 17h10min - Atualizada em 24/03/2014 às 17h10min

Venezolanos tienen que sustituir con agua de avena la falta de leche

www.elgolfo.info

Ricos o pobres, los venezolanos, ante la escasez, han tenido que ingeniárselas para sustituir alimentos básicos por otros con parecido valor nutricional, aunque no siempre se puede.

A eso de las nueve de la mañana se escucha un grito en la casa de los Mantilla. “¡Niños, a desayunar!”. La mesa está puesta. “Lo que se prepara se prepara con mucho colazón”, dice María a sus dos hijos, de rostro moreno y cabello rizado que juguetean entre sí antes de hacer caso a mamá. En la mesa de madera hay café, un trozo de queso y puré de papa al que le vertió agua. El puré sustituye esta vez a la arepa, la tradicional gordita de harina y alimento base en Venezuela y el agua reemplaza a la leche con que habitualmente se aplastan las papas para convertirlas en puré.

María y su familia viven en un barrio populoso de Carabobo. A los niños no les gusta casi nada, pero por si acaso echó a la licuadora un litro de agua con avena que puso a reposar hace unas horas con unas gotas de limón y algunas cucharadas de azúcar que cuida lo más que se pueda porque también hay problemas de abasto en todo el país con el endulzante, conseguir un kilo es toda una odisea en colas a las que se debe llegar bien temprano y salir hasta la tarde.

—Aquí hay algo de lechita—dice María, pero los chamacos de nueve y seis años refunfuñan y arrugan la nariz.

—A mí lo que me guta es la leche de vaca —contesta uno de los pequeños.

—¿Por qué no te gusta la leche de avena?— se le pregunta.

—¡Ay, no! —dice y hace señas de que no tiene agrado a la viscosidad, ese fluido espeso que llega a provocar náuseas a algunas personas.

En los últimos días se ha experimentado más fuerte la escasez de los productos básicos. Más que hace dos semanas. Además de la leche, azúcar y harina para las arepas también sigue faltando pollo, carne, queso, mantequilla, aceite, papel. Eso sin hablar por ahora de los artículos básicos para el aseo personal y la limpieza del hogar, pues el modelo implementado por el comandante muerto Hugo Rafael Chávez Frías y seguido por Nicolás Maduro de expropiación de fincas, empresas privadas y que el Estado mantenga el control paralizó la producción en el país. El problema en la dieta y alimentación de los venezolanos no es asunto de pobres. También los ricos o los de clase media están teniendo que ingeniárselas para sustituir alimentos básicos por algunos otros con parecido valor nutricional y la mayoría con legúmbres que son más fáciles de conseguir.

Un ingeniero en alimentación por la Universidad de Carabobo llamó a su madre, Noelia de Mercado, en San Diego, Valencia:

—Mamá, pon a remojar un kilo de almendras toda una noche. A la mañana siguiente las pelas y licuas con algo de agua. Te va a dar el mismo valor que la leche. Noelia, una abogada jubilada de 64 años que vive con su esposo, un hombre también jubilado después de toda una vida en la industria ferretera, pero que tras conservar una cartera de clientes mantiene por su cuenta la distribución de materiales —también la variación se ha reducido en el último año—, fue esa tarde de la llamada con su hijo al supermercado y se encontró con la misma escasez, pero en la nevera (refrigerador) descubrió un nuevo producto: leche de búfala.

En vez del kilo de almendras compró el cartón de un litro en 20 bolívares, algo así como dos dólares (la de vaca costaba 11 bolívares), imposible en la casa de Los Mantilla cuya madre vive de la costura con pequeños arreglos que llegan a su casa. “Bufalita la Trujillana”. Nunca nadie había visto este producto en Venezuela. “Mezcla de leche de búfala y leche de vaca”, dice en el empaque. Tiene un sabor grasoso que se queda en el paladar.

—Pero en estos tiempos no estamos pa ponernos exigentes —dice Jesús Mercado, el ferretero jubilado antes de salir a la protesta del sábado, la cual concentró a miles en diversos estados del país y que probablemente se convierte en uno de los días con mayores movilizaciones por sus niveles de concentración.

Parece que Félix Osorio, el ministro de Alimentación volvió a encender la mecha (“Candelita que se prende, candelita que apagamos”, ha dicho Maduro antes de ordenar a la Policía atacar las manifestaciones). Osorio respondió de esta forma a quienes se quejan de las colas para comprar los alimentos:

—Aquí se hace cola para ir a conciertos, al cine, al banco, pero critican las colas para comparar comida. El Ministerio de Alimentación de Maduro, sin embargo, está haciendo cuentas con urgencia porque ante la falta de producción de alimentos planea hacer compras masivas por unos 4 mil 400 millones de dólares para este 2014 para importar alimentos básicos mediante convenios suscritos con países amigos como Argentina, Nicaragua, Perú, Brasil y República Dominicana.

Venezuela se está arreglando con sus aliados para introducir todo lo que se dejo de producir en este país rico en petróleo cuyos ingresos andan al nivel de Pemex en México: leche en polvo “de larga duración”, arroz, maíz, soya, aceite de soya, atún enlatado, margarina, caraotas (frijol negro), carne, pollo y mortadela.

Como sea, el matrimonio de jubilados de un fraccionamiento de San Diego en Valencia, Los Mantilla y familias enteradas de cualquier barrio, fraccionamiento o punto de un estado del país también han hecho otras sustituciones como el puré por arepa, también llevan a la mesa la yuca un tubérculo hervido o plátano macho.

—¿Qué desayunaste? —se le pregunta al azar a un pequeño en Valencia.

—Yuca —contesta.

- ¿Qué comiste?

—Yuca —dice un joven en Caracas en vez de haber comido arepa, el equivalente a la tortilla en México. En casa de los Mercado esta mañana hay huevo revuelto que Noelia frió con margarina —porque lleva días sin aceite—, frijoles, queso fresco y café negro con leche de búfala. Huele exquisito y se saben afortunados de poder desayunar bien, si se quiere ver así. Jesús, a quien conocimos esa misma mañana, y su esposa invitaron al enviado de La Razón a su mesa pide que se le alcance una libreta.

En ella tiene anotaciones de cada día. Lo que vende y lo que le queda de ganancia en sus entregas a las ferreterías.

—Nos gusta vivir más o menos bien, pero para eso no basta quedarse acostado en la cama a esperar la pensión —dice mientras sorbe a su café en una pequeña barra de su cocineta en una casa de unos 85 metros cuadrados de dos habitaciones, sala y comedor pequeños. En su patio apenas cabe un auto.

La zona en la que viven es una de las más molestas con la política madurista que sigue el mismo modelo de Chávez. En las casas de esa urbanización La Esmeralda de San Diego, cuyo alcalde, Enzo Scarano, fue capturado por la Policía Nacional acusado de ignorar una orden para retirar las guarimbas (barricadas) que mantienen los habitantes desde hace más de un mes, la leche también se sustituye por chicha, un líquido elaborado a base de agua, azúcar, arroz y suero, mezclada con poca leche, que da un sabor muy parecido al del flan.

Se compra en el súper, pero un cuarto de litro de ese producto vale lo de un litro de leche. La arepa, principal producto hecho a base de harina de maíz en forma de gordita al comal para el desayuno, comida y cena, es sustituido por casabe, extraído de la masa de la yuca después de sancocharse (hervir) y ser metida en una especie de molino; luego la masa se hace como una tortilla y se pone a tostar en plancha de hierro o barro. —Ahora se está vendiendo más, ¡Sí, señor! Es como el pan nuestro —dice El Paisa, un viejo que también vende queso llanero, elaborado a base de sueros, en la caja de una camioneta tipo pick up en la urbanización La Esmeralda. El precio de este producto anda en unos 15 bolívares cuatro obleas, es decir un dólar y medio, que no todos tienen para darse ese gusto.

La señora Mantilla, que vive en el barrio popular La Cochinera, cuya zona no se ha unido a las protestas porque se trata de un bastión chavista donde madres solteras y personas de la tercera edad reciben mil 500 bolívares al mes así como 150 dólares como ayuda de los programas sociales y donde es común ver a cualquier hora del día quemándose la basura en cada esquina, tiene esperanza en que Maduro resolverá la situación. Dice que el problema es de los empresarios que se quedan con los dólares que el gobierno libera en vez de comprar los alimentos.

—Es lo que me han contado —dice antes de abrirnos la puerta de su casa, cuyo techo hecho con lajas y algo de cemento tiene goteras por todos lados y que no ha podido arreglar; en primera porque no hay cemento en el país, ni tampoco dinero en su bolsillo. Pero eso es lo de menos, lo que le urge es la leche para sus niños. Suman 34 muertos en más de un mes de protestas

La represión policial y los ataques de escuadrones armados del chavismo cobraron tres vidas en medio de las manifestaciones del fin de semana. En la ciudad occidental de Mérida, Jesús Labrador, de 40 años, murió de un disparo en el tórax luego de un enfrentamiento entre antichavistas y encapuchados oficialistas, dijeron testigos.

También en el Occidente del país, en la ciudad de San Cristóbal, Wilfredo Rey, de 31 años, falleció después de recibir un certero disparo en la cabeza y otro en un brazo. Rey, que no participaba de la protesta, fue impactado cuando acudió a atender a un herido de bala en el tórax.

La otra víctima fue Argenis Hernández, de 26 años, baleado en el abdomen mientras se manifestaba al pie de una barricada en Valencia. Testigos responsabilizan a un miembro de los llamados motorizados (civiles con pistola), cuando el hombre intentó cruzar la barricada y ante la negativa de los manifestantes abrió fuego y huyó. Con estos asesinatos ya son 34 los muertos durante las protestas.

 


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