Los productores lecheros hemos llevado adelante un negocio complejo, el cual no deja grandes márgenes de ganancia, pero que a diferencia de otros, es uno de los pocos de pertinencia regional, y por lo tanto incide fuertemente en los índices del empleo local y la distribución del ingreso. Mediante un estudio realizado el 2012, comprobamos la directa relación del precio pagado por litro de leche a productor con el índice INACER (Indicador de Actividad Económica Regional), es decir, modificar el precio de la leche, significa afectar directamente el crecimiento de dos regiones completas.
Hoy vemos perplejos como una situación internacional inmejorable, de precios a niveles históricamente altos, y un mercado nacional con demanda sólida, no se ve reflejado para los productores chilenos. Nestlé en septiembre bajó $30 pesos, y Soprole, junto al resto de la industria, no han transmitido su buen momento a los productores.
Por nuestra parte, hemos recibido el apoyo de todas las instancias políticas, gubernamentales y sociales, frente a la incomprensible actitud de las empresas lecheras. Llegando al centro del problema, nos encontramos con un mercado “perfectamente imperfecto”: perfecto para las grandes compañías, e imperfecto para las pymes. La palabra “oligopsonio”, en un mercado manejado por pocas empresas, que procesan casi el total de la producción de leche, se hace inevitable.
Hoy queremos soluciones de fondo, y así evitar que esta situación se repita año tras año. Estamos estudiando todas las alternativas disponibles, para un problema que no solo daña a los lecheros, sino que pone en tela de juicio el funcionamiento del libre mercado.
